Patir como filosofía de vida

Patir como filosofía de vida

sábado, 3 de enero de 2015

Encuentros

Lalo, así se llamaba. Me enamoré de él nada más verle, al instante y hasta el tuétano. Fue en casa de María, en la cena de despedida que organizó. De repente, a horas intempestivas y con una cerveza en la mano y demasiadas en su estómago, apareció él con una semisonrisa en sus ojos, con su porte elegante y señorial. Por alguna extraña razón, el azar jugó a los dados ese día conmigo, y dejó una silla libre a mi lado en ese preciso momento. Mis ojos se emborracharon con su belleza, mis oídos quedaron aturdidos con sus palabras y mis manos rebosaban con el contacto de su piel.
Desde esa primera noche fuimos inseparables, se convirtió en mi guardaespaldas, en mi príncipe azul. Me enseñó mucho, ya que él era doctor adjunto en la Universidad, y yo ni si quiera había llegado a graduarme. ¡Y menos mal! Porque cuando salíamos con sus amigos no conseguía acertar con lo que hablaban, y esta ignorancia mía le dejaba en muy mal lugar.
Todos los días me recogía en el trabajo, para irnos directamente a su casa, ya que la mía parecía un cuchitril a lado de la suya. Aunque pronto la dejé, ya que así, viviendo en su casa, podía cuidarle, podía mirarle, podríamos ser felices. Lo único malo es que estaba lejos de mi trabajo y mis amigos, pero tampoco pasó nada, ya que el trabajo lo dejé, tampoco era buena en él. Y de mis amigos Pedro y Manolo....bueno, fue realmente lo mejor, ya que Lalo me ayudó a ver que ellos me miraban demasiado. Aunque también era normal ¡menudo culo estaba echando! Él me ayudó a darme cuenta de ello y me insistió para que me pusiera a régimen.
Y así pasó el tiempo, en su casa, donde día a día me pude dedicar a cocinarle, a limpiarle la casa, esperando a que llegara por la noche a mi lado.

Esta preciosa historia de amor se acabó de sopetón......o mejor dicho, por el bofetón, por las patadas, por los insultos, por las visitas al servicio de urgencias, por ese instante en el que miré a la muerte a los ojos. Lalo no era mi guardaespaldas, era mi sombra. Lalo no me regalaba una casa mejor, me encerró en su cárcel. Lalo no me ayudó a estar más sana, me vejó y menospreció. Lalo era un maltratador.


Este futuro fue el que vislumbré, el que leí, esa primera noche en casa de María, en sus miradas de desprecio, en sus palabras de burla, en sus actitudes agresivas, en sus formas machistas.......y así, esa primera noche me fui valiente, independiente, feliz, orgullosa, hermosa y poderosa a mi casa, a mi vida, siendo Yo. 

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